Jueves, 26 Enero 2017 00:00

Las causas más profundas de la guerra en El Salvador persisten a 25 años de firmada la paz

Francisco B. Mina*

 

Los Acuerdos de Paz de El Salvador, que el pasado lunes 16 de este mes cumplieron 25 años, permitieron acabar con un conflicto armado que dejó más de 75.000 muertos, pero no lograron resolver los problemas económicos y sociales que ocasionaron la guerra. Las causas estructurales que originaron el conflicto (1980-1992) no las resolvieron los acuerdos ni están resueltas ahora, 25 años después.

 

La pobreza, la exclusión social y la desigualdad en la redistribución d ela riqueza siguen existiendo en el país centroamericano y se han acentuado. El Salvador es el país más peligroso de América Central. La firma de la paz puso fin a un conflicto armado que se prolongó durante 12 años y que tuvo un costo social muy elevado, entre 75.000 y 80.000 muertos, más de 8.000 desaparecidos y un país prácticamente destruido en su infraestructura, con un dolor social muy grande.

 

Los acuerdos se cumplieron casi por completo en los aspectos políticos, de manera que se llevó a cabo una importante reforma en el sistema electoral y judicial y en las Fuerzas Armadas y se crearon nuevas instituciones como la Policía Nacional Civil. Sin embargo, no se lograron grandes avances en materia económica y social, causas más profundas del conflicto armado.

 

tal parece que la guerra continúa y si hay algo que no se pudo prever en el país tras la firma de la paz hace un cuarto de siglo es el grado de conflictividad social que se iba a generar con el surgimiento de diferentes formas de delincuencia, principalmente de parte de las pandillas, el narcotráfico y el crimen organizado. La guerra civil como tal terminó hace 25 años, pero hoy no hay paz, hay una conflictividad social muy aguda, hay una Guerra Social abierta, porque no hubo espacio para que se desarrollara una cultura de paz que sustituyera a la cultura de la violencia del conflicto armado y no se tocaron las causas estructurales que originaron el conflicto.

 

De hecho, el narcotráfico y los enfrentamientos entre pandillas por el control del territorio y de negocios como el cobro de sobornos a comercios y medios de transporte son las causas principales de la elevada tasa de asesinatos en el país centroamericano, considerado como uno de los más violentos del mundo. El fenómeno de la delincuencia, tal y como se conoce hoy en día, es multicausal; se desarrolló después del conflicto armado producto de la desintegración familiar, de la pobreza, de la falta de educación y la falta de opciones y reales oportunidades.

 

La migración, otro fenómeno que muestra que el país no se ha reconciliado completamente después de la guerra civil, teniendo en cuenta que solo en Estados Unidos hay algo más de dos millones de habitantes de origen salvadoreño. El país se sostiene con las remesas que mandan los salvadoreños en el exterior. Según datos del Banco Central de Reserva de El Salvador, el país recibió 4.102 millones de dólares entre enero y noviembre de 2016 en ingresos de remesas familiares desde EEUU, lo que supone 255 millones de dólares más que en el mismo periodo del año anterior. Mientras por otra parte el sector productivo interno, especialmente el agrícola, ha sido destruido.

 

Si bien creemos necesaria una visión compartida del país que requiere consenso, y saber cuáles son las apuestas estratégicas para que se pueda generar crecimiento económico, más necesaria es una redistribución de la riqueza. No pueden existir unos pocos con casi todo y la mayoría del pueblo salvadoreño tratando de sobrevivir. La brecha debe ser cerrada, este es el inicio de los necesarios cambios de una estructura económica neoliberal dependiente que debe ser barrida desde sus raíces y esta agenda pendiente es la que debe retomarse para su discusión en lo que ha dado en llamarse los segundos acuerdos de paz, con la participación de los diferentes sectores de la sociedad, sin excluir a nadie y evitando que este nuevo esfuerzo termine en un entendimiento entre cúpulas.

 

*Escritor y colaborador de la Universidad Luterana Salvadoreña.

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