Viernes, 09 Septiembre 2016 00:00

¿Ciberpolítica o ciberpartidismo en El Salvador?

 

Carlos Molina Medrano*

 

No es nada extraño que en El Salvador se hable de ciberpolítica. Tampoco que se piense que el actual alcalde de la ciudad capital sea su principal expositor. Pero en realidad hablamos de ciberpolítica o hablamos de ciberpartidismo. Partamos de dos conceptos básicos para adentrarnos en este análisis. La clave radica en entender qué es la política y qué es la llamada partidocracia, para saber a qué intereses responden los medios electrónicos actualmente.

 

La política obedece a la organización de porciones de la sociedad para imponer sus intereses sobre otros sectores. Citemos ejemplos para entender mejor, los maestros luchan por el aumento salarial, una comunidad se organiza y bloquea una carretera para exigir su derecho al agua. Los sectores oligárquicos del país imponen a través de los medios de comunicación su forma de pensar. Grupos empresariales imponen el ministro de economía en un gobierno. Jóvenes comprometidos con el cuidado de un bosque se toman el bosque y evitan la construcción de un complejo habitacional. En todos estos casos está inmersa la política, la característica principal es la organización de la sociedad en sectores, y en todos los casos, hay un poder que se ejerce. Esta es una definición muy poco acostumbrada de política, pero es sumamente didáctica. A menudo, se suele confundir política con el accionar de los partidos políticos. En política ganan los sectores que logran mayor poder, y por ende imponen sus intereses.

 

La llamada partidocracia, se refiere a la deformación de la democracia para poner en el centro de la política a los partidos políticos, tales partidos al convertirse en empresas del voto y tener dueños que trabajan para sus intereses empresariales, dejan de hacer política para sectores grandes de la sociedad y hacen política para sus dueños, un muy reducido grupo con privilegiados en la sociedad que también ostentan un poder económico.

 

La clave del funcionamiento de la partidocracia es someter a toda la sociedad al vaivén del juego de esos partidos. Mantener el empleo depende de esos partidos, asegurar un empleo también. El gobierno depende de la voluntad de los dirigentes partidarios para su funcionamiento, los principales cargos públicos del gobierno central y de los demás poderes depende de los partidos (Fiscal, Magistrados, Diputados, Ministros, entre otros), la misma economía depende de las nutridas y estrafalarias campañas electorales. De esa forma, la partidocracia atraviesa a la sociedad y a la vida misma del país. Aunque en la partidocracia está inmersa con menor preponderancia la política, lo más determinante es lo económico. Contemporaneamente la profundidad de la partidocracia es tan grande que la gente deja de hacer política por sus propios medios, para integrarse a los partidos políticos y gozar de sus beneficios económicos y a veces del poder que estos confieren.

 

Manuel Castell, sociólogo y economista español, quien es el académico más citado a nivel mundial en los temas relacionados a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), consideró a los zapatistas como la “primera guerrilla informacional”, a lo mejor, esos fueron los primeros destellos de la ciberpolítica. Es decir, la rebelión acontecida en México el 1 de enero de 1994, el mismo día que entró en vigor el TLCAN, (Tratado de Libre Comercio por Estados Unidos, Canadá y México) enfrentando al régimen mexicano y sus ideas de modernización del Estado y su consecuente Neoliberalización, sería la primera señal de una nueva vía para hacer política.

 

Castell en su libro: “La Era de la información: economía, sociedad y cultura”[1], explica que si bien es cierto que el EZLN no tuvo un impacto bélico determinante, su potencial más grande estuvo a nivel comunicacional, como factor táctico determinante de su lucha, la cual se magnificó y se hizo sentir a través de medios comunicacionales alternativos que descansaron en el Internet. El movimiento zapatista resonó en el mundo con un fuerte contenido político, una ciberpolítica. Actualmente se pueden criticar muchos aspectos de aquel levantamiento, pero en sus inicios ese movimiento gozó de mucha legitimidad tanto en México como en el resto del mundo. La lucha por la tierra de los nativos de gran parte de Chiapas como mensaje central.

 

En tal contexto, los zapatistas tuvieron la habilidad de emplear las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación para hacer política. Se construyó alrededor del movimiento, redes de información alternativa, se usó el vídeo y audio como medios para difundir sus mensajes colocados estratégicamente en subredes de información en diversos países, hasta la gran prensa no pudo abstraerse al principio del levantamiento.

 

Marcos, el subcomandante, contó siempre con una gran habilidad para comunicar. Sus mensajes no eran tradicionales, sino cargados con mensajes sustanciosamente políticos, en otras ocasiones cargados de un sarcasmo que conectaba fácilmente con la gente, no solo en México sino fuera de sus fronteras. Este es un ejemplo contundente de ciberpolítica, hablamos de los intereses organizados por un sector de la sociedad que emplean las TIC (como medio) para magnificar su mensaje y conectarlo con sus intereses a nivel nacional; pero también internacional, lo cual contribuye a difundir y a legitimar su lucha. La ciberpolítica debe entenderse como un medio más de hacer política, pero no una nueva forma de hacer política, eso dependerá de otros factores que se definen en las dinámicas de la sociedad, de los mismos liderazgos y de la acumulación de poder.

 

Las llamadas primaveras árabes no son el producto de casualidades como la gran prensa lo ha querido hacer ver - entiéndase la convocatoria vía redes sociales- , al contrario, han sido sendos movimientos políticos que sectores hegemónicos globales han desarrollado y que han tomado a las TIC como un medio más para desarrollar su política.

 

Pero hay otras aristas que pretenden minimizar la ciberpolítica a lo inminentemente partidario (marketing político)[2] o a la relación ciudadana con el gobierno (gobierno electrónico)[3]. Otros, por su lado, hablan de que la ciberpolítica debe sustituir a la política “real”. Habiendo aclarado este punto, es bueno reiterar que la ciberpolítica no sustituye a la política porque es una vía por la cual la última transita. De igual forma, el marketing político es nada más una vía de extensión de la partidocracia y el gobierno electrónico es un medio más que posibilita la relación de los aparatos del Estado con la ciudadanía.

 

Bajo este marco referencial, evaluemos si en El Salvador estamos frente a hechos que nos muestran que se emplea la ciberpolítica o simplemente hablamos de marketing político, que en otros términos se le puede llamar ciberpartidismo, haciendo parangón con la partidocracia llevada a las redes sociales y a otros medios de marketing digital.

 

Hasta el momento, no hay hechos de trascendencia que nos permitan reconocer que la ciberpolítica aparezca con su justa propiedad en la vida del país. La falaz política salvadoreña no da cuenta de que las TIC sean claves para magnificar mensajes políticos de algún grupo de la sociedad salvadoreña, interesado en imponer su política. Lo único que se puede remembrar como un breve asomo de un uso político de las redes sociales, aconteció cuando la Asamblea Legislativa le recetó el decreto 743 a la Sala de lo Constitucional. En las redes sociales se manifestó el repudio de diversos sectores de la sociedad y se generaron breves convocatorios, sin embargo la falta de claridad política y lo variopinto del fugaz movimiento, hizo que al final las presiones de los sectores más fuertes determinaran el retroceso  de la Asamblea Legislativa y de los partidos detrás de la iniciativa.

 

No obstante, muestras de ciberpartidismo tenemos muchas. No entendamos el ciberpartidismo solo por la vinculación partidaria de sus dirigentes, sino también, a aquellos personajes que buscan fines electorales, sean estos a través de partidos o no, recordemos que ahora pueden correr candidados independientes.

 

En tal sentido, puede el actual alcalde capitalino Nayib Bukele considerarse un ciberpolítico, a nuestro juicio no, ya que si bien es cierto que él representa un sector burgués un tanto avanzando en sus ideas políticas, no encarna hasta el momento un proyecto político, no encabeza una rebelión o una resistencia que le permita ser portavoz de un sector de la sociedad que está haciendo política. Lo que vemos a flor de piel es el interés por ser candidato presidencial, lo cual promueve en forma de marketing a través de las redes sociales y a través de los variados medios electrónicos, estamos frente a la presencia de una variante de ciberpartidismo.

 

Del actuar del actual alcalde dependerá si se convierte en un ciberpolítico o sigue siendo un buen representante del marketing político y del ciberpartidismo. Si en sus deseos de ser presidente construye un movimiento político que levante banderas claras que conecten con la población, y dicho movimiento es capaz de diseñar un programa político e impulsarlo y para ello también utiliza las TIC, hablaremos de ciberpolítica.

 

Si bien es cierto que aspirar a ser un candidato presidencial es algo político, y que Nayib puede ser la cara visible de intereses de un grupo empresarial, lo beneficioso para el país es que se haga política, retomar la política. Actualmente, hay mucha necesidad de luchar, en contra de la nueva ola neoliberal que este gobierno debilitado y mediocre está a punto de echar a andar, en contra del aumento al IVA y a la edad de jubilación, en contra del robo de las pensiones, en contra de ese cada vez más inhumano sistema de salud, el no pago de los escalafónes, el retiro de subsidios de clases medias y bajas, entre otras.

 

Si la ciberpolítica es un instrumento de la política, esa que se tiene que hacer en las comunidades, en las colonias, en el campo, en las empresas, en la calle, con los gremios, en los sindicatos, urgimos de hacer política por todas las vías, es hora de hacer nuestra política.

 

*Catedrático e investigador de la Universidad Luterana Salvadoreña.

 

Referencias.

[1] M. Castells, La Era de la información: economía, sociedad y cultura. Siglo XXI, 1999.

[2] Pinza, Mariela, “Marketing político. Durán Barba y JJ Rendón, radiografía de dos asesores clave en la construcción de los liderazgos de las derechas del siglo XXI”. .

[3] Caballero, Rafael, “Ciberpolítica. Las nuevas formas de acción y comunicación políticas”, Comunicación y Sociedad, jun-2016.

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