Martes, 17 Noviembre 2015 00:00

Fundamentos teóricos del Estado neoliberal

Armando Briñis Zambrano

El Estado Neoliberal se desentiende de la suerte de las personas, para ello está el mercado como garante de la felicidad de todos los sujetos. De ahí que dicho Estado no debe intervenir en lo económico, ni para responder a la demanda social, ni para proteger la producción nacional, ni para incrementar el mercado interno, ni para favorecer el empleo. Para todo ello está la empresa privada y el mercado es como la “mano invisible” que supuestamente ordena la realidad garantizando trabajo para los más aptos y a la vez depuración de la especie humana con la muerte de los débiles, de los que no encontrarán trabajo.

La única función del Estado Neoliberal es el de velar por el cumplimiento de las leyes del mercado. El Estado es sólo un gendarme policial que vela porque el capitalismo y sus leyes funcionen a plenitud y de manera eterna.

Consideran sus teóricos que todo Estado, sólo por serlo, es corrupto e ineficiente, entonces hay  que privatizar todos sus activos promoviendo la liberalización del mercado en instrumentos como los tratados de libre comercio, dejando desprotegidos la producción y el mercado nacional. La nación para los neoliberales no existe, el capital no tiene patria, va donde hay negocio y ganancia.
A partir de las valoraciones anteriores la forma del Estado Capitalista está determinada por dos dinámicas: a) por la dinámica de la producción y acumulación de plusvalía por la clase dominante en la formación económico-social capitalista, y b) responde a los niveles de acumulación de fuerza, de organización, de conciencia de clase y del desarrollo de la lucha popular por el logro de sus objetivos estratégicos.  Ambos puntos en constante contradicción.

De tal manera que el diseño del llamado Estado de Bienestar respondió a los propósitos político-ideológicos de frenar el gran desarrollo mundial de la protesta popular organizada en contra del capitalismo. Una vez que dicho desarrollo fue mermando y la lucha popular a favor de un proyecto socialista y en contra de la lógica del capital decayó, el Estado Capitalista ya no necesitó mostrar un disfraz de poder interesado en el bien común; ya era posible mostrar su verdadero rostro depredador y deshumanizante; ya le era posible presentarse justamente como lo que siempre ha sido y será: un instrumento de dominación en manos de la clase capitalista en contra de la clase trabajadora, esto es el Estado Neoliberal.

La base ideológica del neoliberalismo, y del Estado neoliberal, se encuentra en la cosmovisión post-moderna de los ideólogos del imperialismo del siglo XXI. Para ellos la sociedad no es una totalidad dialéctica regida por leyes. En su visión, lo social es el resultado no planificado de los movimientos azarosos del devenir propio de la inmediatez cotidiana de los sujetos, solo movidos en la búsqueda de su sobrevivencia en una lucha de uno contra todos y de todos contra uno.

Todo ello implica que no puede haber ciencia de lo social, ya que no hay una regularidad interna que pueda ser explicada por leyes. No hay predicción en el campo de lo social, todo depende del capricho azaroso de los sujetos movidos por el egoísmo y lo único objetivo es justamente ése egoísmo individual, que sería como la única ley que mueve todo el orden (más bien desorden y caos) social.
 
En lo social hay un conflicto a muerte por la subsistencia que implica una visión descalificadora y negativa de los otros, hay descalificación de la razón en su presunta capacidad cognoscitiva, y también de  la dimensión ética de la existencia social. Lo bueno es el logro de mí sobrevivencia, no hay una sociedad que construir (ya está construida es el Capitalismo), por tanto el bien común es sólo una ficción, y perseguir una ficción es inmoral y absurdo.

Se vive la tiranía de lo inmediato y circunstancial (yo soy yo y mis circunstancias); la tiranía del ya, del ahora, el futuro no existe. Hablamos de un sujeto que vive permanente amenazado por el destino que no puede  conocer ni cambiar, es un sujeto precario, temeroso de perder su fuente de ingreso y de supervivencia.

No hay una dimensión axiológica (los valores morales) de la vida social. Dichos valores no se pueden contar ni medir, no se pueden valorar, quedando fuera del análisis científico, forman parte de los pseudo-conocimientos; forman parte del campo de lo irracional. Hay una relativización de la idea del bien; pero el bien es algo relativo a la subjetividad, lo que es bueno para uno puede ser malo parta otro, por tanto el bien no es real, no existe.

La visión de Maquiavelo conecta con este enfoque post-moderno, en el sentido de que propone una separación absoluta entre lo político y le ético. Lo bueno es el logro y el mantenimiento del poder, no importa cómo se logre.

Hay una idea farisea de Dios. Todo está predestinado, la libertad humana no existe, el millonario lo es por voluntad de Dios, y el pobre lo es también como maldito de Dios. En consecuencia el cristiano creyente no puede ni debe hacer nada, dejar hacer, dejar pasar; si no es con vos, no te metas. Entre más apartado y desentendido estés, mejor.

A la vez exponen que hay una refunsionalización del Estado. Sólo debe garantizar la ciega funcionalidad de la producción y la circulación de mercancías en la lógica del capital; esto es así porque no es el Estado la estructura social encargada del logro del bien común, sino que es el mercado. Este aparece en la visión post-moderna como el macro-sujeto garante del logro de  toda la felicidad.

*Investigador y catedrático de la Universidad Luterana Salvadoreña

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