Rubén Funéz*

 

¡Conocer la realidad! Cuestión tan obvia como saber cómo estamos en asuntos de trabajo, de organización, de seguridad, de educación, de probidad, ¡qué difícil se torna!Establezcamos que la dificultad más grande para entender la realidadno estriba en los distintos niveles que se manifiesta aquella, es decir, no estriba en la clásica distinción de los griegos entre lo que las cosas parecen y lo que las cosas son. Parece que la dificultad es más pedestre.

 

¿Dónde reside la dificultad? Digamos de entrada que consiste en querer entender en términos ideológicos, lo que no es más que la defensa de intereses económicos, pero la dilucidación de este asunto necesitará el desarrollo de estas reflexiones.

 

Respecto a la ideología, queremos indicar que nos costaba trabajo pensar que lo que hacemos los seres humanos fuera un mero reflejo de las ideas de la clase dominante. La razón provenía de nuestro resabio ilustrado, o en términos de Dussel de nuestro secular eurocentrismo, que como él mismo confiesa le ha costado irse desprendiendo de ese modo europeo de ver las cosas. Aquel resabio tenía dos aspectos: el primero consistía en establecer que si nos comportamos de acuerdo a las ideas dominantes era, lo mismo que reconocer que estábamos en tal “minoría de edad”  que éramos incapaces de darnos cuenta de tan denigrante manipulación. El segundo, era una especie de prolongación de la primero, nos resistíamos a creer que fuera “necesario” que un “tercero”  nos tuviera que desvelar tal ideologización. Porque pensábamos que ese tal debía de considerarse más listo que todos  los demás para ser capaz de quitarnos el velo que nos cubría los ojos, y que conste no estos ojos, sino los ojos con los que pensamos. Por estas dos razones nos revolvíamos ante la pretendida ideologización de la vida. 

 

Para algunos pensadores es clarísimo de que no podemos liberarnos de la ideología. Todos tenemos un modo ideológico de estar en la realidad; miramos la realidad desde la ideología que tenemos en la cabeza. Y este asunto se agudiza cuando esa ideología es la ideología de la clase dominante. Entonces, muchas veces con impotencia ante la contundencia de esos razonamientos tenemos que reconocer,  que si eso era cierto perdíamos para siempre la realidad que queríamos conocer. Esa presa huidiza, como la llama Dagoberto Gutiérrez, se nos iba, inexorablemente de las manos. La ideología no se refiere a los hechos, no se refiere a la realidad, sino que se refiere a la interpretación que tenemos de esa realidad; entonces si todo lo que vemos lo vemos desde la ideología quiere decir que con lo que estamos enfrentados no es con la realidad sino con su fantasma, con la imagen que nos hacemos de esa realidad. Establezcamos, una cosa es la ideología, y otra es la realidad. Si confundimos ambas cuestiones, la ideología nos hace perder para siempre la realidad.

 

Esta discusión que se tenía en el contexto académico de una Universidad, se nos está haciendo presente en la mayoría de los análisis que se están llevando a cabo para entender el primer año de gobierno de Salvador Sánchez Cerén. Para unos, y aquí traemos como ejemplo los análisis que provienen de los diputados más destacados de ARENA, este gobierno ha sido un absoluto fracaso.Esto lo decimos porque a pesar de que conocen que la población, de acuerdo a una encuesta, le había endosado un 4.7%, dicen, con toda la simplicidad del mundo, que a lo sumo le daban un 2.0%. De tal modo que según estos diputados, “si este gobierno no se deja ayudar” va directo al precipicio, llevándose con ello, evidentemente, a todo el pueblo salvadoreño. Para otros, y sin duda por estarse beneficiando con este gobierno, todo parece indicar que estamos por buen camino, es verdad que no se han creado todos los empleos que se necesitan, pero se han creado más que en los gobiernos de ARENA; es verdad que no se ha acabado con la inseguridad, pero se están dando pasos para irla disminuyendo. Es decir, no se ha hecho todo lo que se tiene que hacer, cuestión que es además imposible, sin embargo, se están haciendo “cosas” que nos ponen en la vía correcta para la solución de los más penosos problemas por los que está atravesando nuestro país. Estos analistas en su afán de decir que todo va yendo bien, hasta privan a la población de ejercer su derecho a la crítica, cuando  apuntan que lo más fácil es criticar y de lo que se trata es de proponer, se trata de ser parte de la solución no del problema; y según recordamos es el típico modo, en el que se defendían las administraciones anteriores.

 

Nuestra pregunta es ¿es la ideología la que hace que estos brillantes analistas no vean, por un lado, lo que se está haciendo, y, por otro, las dificultades estructurales a las que hay que responder? El ejemplo es duro, pero cuando se enfrentan estos preclaros varones en estas sus “escolásticas” discusiones, parecen perros rabiosos que por la prisa de destrozarse mutuamente, olvidan precisamente al hueso, que es la razón que los ha convocado a discutir. Es decir, la realidad vaga azarosamente, como decía Ortega, en braceo naufrago, y lo peor es que, honradamente a estos señores no les interesa.

 

Esto nos fuerza a que volvamos a nuestra pregunta ¿es a causa de la ideología? ¿Proceden de ese modo porque se encuentran atosigados por la ideología dominante? ¿Es que ser de “derechas” los vuelve tan obtusos que son incapaces de acercarse honestamente a la realidad? O ¿es que ser de “izquierdas” los vuelve miopes que no ven los penosos problemas que sólo un vuelco estructural puede poner en su lugar? Tenemos que decir que esta ceguera de ambos contendientes no es condicionamiento ideológico, sino la máxima expresión de la falta de “entendimiento” de la realidad. Aquí no  está en contienda que se sea de derechas o de izquierdas. Aquí lo que ocurre, como lo dice Hegel, es que “en la noche todos los gatos son pardos”. Todos están en la misma alforja. Pero esto se les escapa a los supuestos analistas, y pensando que discuten cuestiones ideológicas, es decir, si son de derechas o de izquierdas, no atinan con lo que está realmente en juego. 

 

Lo que está en juego son los intereses económicos de los distintos sectores empresariales. Empresarios que son “todos son pardos”, por eso el analista de turno no es capaz de discernir entre ellos, y cree erróneamente, que se trata de ideologías. Usemos una metáfora biológica para que nuestros analistas entiendan qué es lo que de verdad está pasando: en la semilla está implicado el árbol, los oligarcas de entonces, son los mismos que los oligarcas de ahora. Sin embargo, el partido FMLN, no estaba implicado en el conflicto. Entonces los farabundistas de ahora no son los mismos que los farabundistas de entonces.  Por esta razón, lo que devino después fue algo completamente novedoso respecto a lo que se hallaba implicado: lo que devino después fue una nueva burguesía que se disputa el mercado con la oligarquía tradicional. Esto casi lo dijo una de las diputadas de ARENA cuando se le ocurrió preguntar, analizando justamente esta dolorosa situación en la que se encuentra el pueblo salvadoreño, ¿afecta esta situación a la empresa privada? Y en seguida se respondió: no. A la empresa privada, sea esta tradicional o en ascenso no le afecta la penosa inseguridad de la población, la pobreza galopante que se ceba entre los trabajadores, y la falta de educación, sino la igualdad de oportunidades en la que tienen que competir.

 

Una cosa es la realidad de la empresa, y otra la realidad de la población, mientras queramos entender esta, sin reconocer los intereses de aquella, todo supuesto análisis va a desembocar en el fracaso. Los analistas, de buena voluntad, quisieran interpretar la realidad como una pugna entre izquierdas y derechas. El militante espera que su dirigencia sea coherente con su discurso,y por eso no ven ni lo bueno que ha hecho este gobierno; pero tampoco ven lo que “realmente” es lo que tendrían que hacer.

 

*Investigador y catedrático de la Universidad Luterana Salvadoreña.