Miércoles, 14 Noviembre 2018 00:00

La violencia sexual en El Salvador desnuda la hipocresía de su sociedad

Fotografìa de dominio público, tomada de Flickr

 

Deysi Cheyne1

Introducción

La violencia sexual contra las niñas en El Salvador, es una vieja preocupación de las distintas instancias estatales y no gubernamentales que trabajan en la defensa de los derechos de la niñez salvadoreña. Desde hace muchos años, se crearon redes interinstitucionales para prevenir, atender y sancionar este tipo de violencia de género que impacta gravemente en la vida de niñas, adolescentes y jóvenes, y que, en la mayoría de los casos, trunca sus proyectos de vida para siempre.

Se han hecho muchos estudios para comprender la incidencia y la prevalencia con que ocurre la violencia, ofreciendo datos cuantitativos de los casos denunciados, pero muy poco sabemos de sus causas y determinantes específicas en una sociedad con tanta violencia social en la que vivimos.

A partir de la preocupación y las estadísticas conocidas, solemos inferir que el fenómeno se ha ido extendiendo y agravando, pero no hemos encontrado estrategias de cómo enfrentarlo porque no incidimos en sus causas más profundas. Siendo la violencia sexual una de las manifestaciones de la violencia de género más extendida e invisible, afecta a las mujeres a lo largo de todo su ciclo vital, tanto en el espacio público como en sus relaciones íntimas.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la violencia sexual incluye cualquier acto dirigido contra la sexualidad de una persona y comprende situaciones como tocamientos, roces, agresiones, acoso sexual callejero, exhibicionismo o violaciones. A nivel mundial, 1 de cada 3 mujeres ha vivido situaciones de violencia física y sexual y, por su propia naturaleza, es la que menos se denuncia y la que más queda en la impunidad.

Son muchas las causas sociales, económicas, políticas y culturales que perpetuán este tipo de violencia, y su erradicación es el mayor desafío para nuestras sociedades machistas, pero mientras nos quedemos en la superficie de la realidad no podremos reconocer la verdadera esencia estructural de este fenómeno.

En nuestra cultura, la sexualidad sigue siendo el tabú más perjudicial para la niñez y la adolescencia, porque ni en la familia ni en la escuela se enfrenta directamente y con la naturalidad del caso, y al no hablar de eso, mutilamos en ellas y ellos, una de las facetas vitales más importantes para el desarrollo humano. La gran paradoja radica en que es, precisamente, en la sexualidad femenina donde se concentra el dominio machista de los hombres y donde ejercen su principal poder sobre las mujeres. La ausencia de educación sexual para evitar su abordaje expresa uno de los atrasos mayores en nuestra sociedad y, al mismo tiempo, la hipocresía social más aberrante.

Algunas evidencias empíricas

Un informe de septiembre del 2018, del Comité de los derechos del Niño de Naciones Unidas, señalaba que El Salvador es uno de los países con mayor índice de violencia sexual contra las niñas: en los primeros 8 meses del 2017, se reportaron 1029 casos contra niñas entre 13 y 17 años, y de estos, 769 fueron violaciones que, en su mayoría, quedan en la impunidad. El fenómeno se ve agravado en aquellos territorios dominados por las pandillas que, al someter a las niñas a abusos sexuales, son consideradas como novias o esposas forzadas. Hay casos de niñas de 10 años que ya han sido violadas por los miembros de las pandillas y como consecuencia quedan embarazadas. Se destaca su preocupación por el alto número de embarazos adolescentes que muchas veces son producto de abusos cometidos en la propia familia2.

En junio 2018, la Alianza por los Derechos de la Niñez, Adolescencia y Juventud presentó un estudio del 2016, referido a la situación de los derechos de la niñez y adolescencia 2011-2016, evidenciando los niveles de violencia sexual cometida contra niñas y adolescentes mujeres, principalmente por personas cercanas a su entorno, y destacando el sub registro existente en casos de violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes, lo cual “limita la comprensión de la violencia sexual en sus modalidades y formas, requiriéndose para su prevención y atención, analizar las vivencias de las víctimas de esta conducta que, además de considerarse como delito por los marcos normativos, es también considerada como una de las mayores vulneraciones a los derechos de las mujeres en todo su ciclo de vida”3. En relación con las denuncias interpuestas entre los años 2013-2017 y el éxito de los procesos judiciales, existe una brecha importante. La mayoría de casos denunciados no han culminado en sentencias condenatorias, generando por tanto impunidad frente a este tipo de delitos4. Igualmente, el estudio “Maternidad y unión en niñas y adolescentes, consecuencias en la vulneración de sus derechos”, realizado por MINSAL y UNFPA, refleja que el 45% de las niñas entre los 10 y 17 años que tuvieron parto en el 2012, estaban unidas cohabitando con su pareja antes de su embarazo”5. En el 2015, un estudio realizado por el Ministerio de Salud y UNFPA sobre embarazo adolescente, contabilizó que, entre niñas de 10 y 12 años, una de cada dos; identificó claramente haber sido obligada a sostener relaciones sexuales. Entre las niñas de 10 a 17 años, 5 de cada 10, expresaron haber sido obligadas a unirse”6, y según la Encuesta Nacional de Salud (2014), “el 29.1% de mujeres que en el período de la encuesta tenían entre 20 y 49 años se casó antes de cumplir la mayoría de edad.

Conclusión

Recientemente, el Presidente de la República presentó la Estrategia Nacional para el Desarrollo Integral de la Primera Infancia, como un instrumento para la implementación de las líneas de acción de la Política de Protección Integral de Niñez y Adolescencia y como un mecanismo que ha colocado en el centro de las decisiones “a las niñas, niños y sus familias, trascendiendo la óptica sectorial y promoviendo la articulación entre la familia, el Estado y la sociedad para garantizar las oportunidades de desarrollo integral para las niñas y niños desde su gestación hasta cumplir los nueve años”7.

Según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples 2017, en El Salvador viven 976,254 niñas, niños en el rango de primera infancia, representando el 14.83% de la población total. La estrategia ha tomado en cuenta la situación de este sector e identificado los principales desafíos: “potenciar los factores vinculados a la familia y a la comunidad que favorecen el desarrollo integral; aumentar acceso y cobertura de servicios y atenciones integrales y de calidad; generar ambientes saludables y entornos protectores y proteger y restituir los derechos de las niñas y niños en su primera infancia”8.

Si como parece, la estrategia en mención desconoce el flagelo de la violencia sexual contra la niñez, la adolescencia y la juventud salvadoreñas, difícilmente alcanzará los objetivos de desarrollo integral previstos. Para ello, es necesario que se reconozca por parte del Estado la magnitud del problema, sus causas y efectos en sus vidas y diseñe medidas encaminadas a superar los factores que la posibilitan. Esto solo es posible a partir de estudios no solo cuantitativos, que recogen solo lo que es visible en la sociedad, sino también cualitativos, que profundicen en las causas estructurales que la generan.

Se deben llevar a cabo estudios de caso, con víctimas y con victimarios, para entender la dimensión psicológica de este tipo de violencia, sus causas socioeconómicas, culturales y políticas, tomando en cuenta la etapa histórica de post guerra en la que nos encontramos. El Ministerio de Educación debe romper el miedo de introducir en la escuela la educación sexual y enfrentar la doble moral que la sociedad tiene respecto a la sexualidad. Esta doble moral y la hipocresía con que se manejan los asuntos públicos no nos ayudará a salir del atolladero en el que nos encontramos.

Los números y los datos que reflejan la situación grave que atraviesan nuestros niños/as, adolescentes y jóvenes, nos tienen que conmover para evitar seguir asumiendo demencia frente a la violencia sexual. De no hacerlo, y mantener el nivel de impunidad que hasta ahora tiene este flagrante delito, nos volverá una sociedad indefensa, imposibilitada a soñar con libertad, justicia e igualdad.

1 Docente e investigadora de la Universidad Luterana Salvadoreña

2 INFOBAE. (2018). https://www.infobae.com/america/america-latina/2018/10/11/comite-de-la-onu-denuncio-los-altos-niveles-de-violencia-sexual-contra-ninas-salvadorenas/

3 Plan Internacional y Fespad (2018). Violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes en El Salvador: marco normativo e inversión del Estado en programas de prevención y atención. San Salvador.

4 Ibídem.

5 UNICEF El Salvador (2017), Antiguo Cuscatlán. Recuperado de: https://www.unicef.org/elsalvador/media_36845.html

6 Ibídem

8 Ibídem.

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