Jueves, 19 Julio 2018 00:00

¿Qué decir del feminicidio?

David Quintana*

Hablar de “Feminicidio,” significa hablar de violencia. Esto lo confirma, el origen de esta palabra, al considerar que ésta se forma de  dos raíces latinas “fémina” (mujer) y “caedere” (matar o cortar),  es decir,  “asesinato de mujeres por razón de su género.” En la década de los noventa, feministas anglosajonas introdujeron el concepto. Aunque “feminicidio”, acorde a Diana Russell (2005), ha estado en uso desde hace más de dos siglos y apareció por primera vez en la literatura, en A Satirical View of London (Inglaterra, 1801) para denominar “el asesinato de una mujer.”

En el contexto latinoamericano,  el  concepto “feminicidio” apareció en la segunda mitad del siglo XIX, en los Estados Unidos de América, a partir del esfuerzo de académicas y activistas feministas, quiénes hicieron  importantes aportaciones con el fin de darle un significado adecuado para el contexto latinoamericano y, en específico, para el mexicano, donde el fenómeno alcanza magnitudes humillantes (Russell 2006 y 2006; Lagarde 2006; Monárrez 2000)

En esta línea, dos importantes académicas (Diana Russell y Jane Caputi) dieron a conocer el término “Feminicidio” en el artículo Speaking the Unspeakable, publicado originalmente en la revista Ms (1990): en el cual se sostuvo que este hecho de asesinar mujeres  se encontraba motivado por diversas razones tales como el odio, desprecio, placer o un sentido de propiedad de las mujeres” (Atencio: 2011)

Históricamente, el feminicidio siempre ha existido, su origen apunta a la violencia estructural que suele manifestarse en la formación de una cultura androcentrista, que pone en peligro la vida de los más vulnerables, siendo este el caso de las mujeres, situación que representa según Radford y Russell (1992) (…)  un continuum de terror anti-femenino que incluye una amplia variedad de abusos verbales y físicos, tales como: violación, tortura, esclavitud sexual (particularmente por prostitución), abuso sexual infantil incestuoso o extra-familiar, golpizas físicas y emocionales, acoso sexual (por teléfono, en las calles, en la oficina, y en el aula), mutilación genital (…).

En este sentido, las mujeres experimentan la violencia en todo lugar, tiempo y espacio, es decir tanto en lo público como en lo privado (casa, trabajo, escuela, calle y a lo largo de su existencia,), donde los feminicidas “hombres” se articulan y conviven con su víctima “mujeres” (Castro 2004; Muñoz y Martínez 1998; Russell y Harmes 2006).

En lo que refiere a El Salvador, la vida de las mujeres se encuentra en peligro latente, puesto que según una publicación realizada  el martes 24 de Abril de 2018 por Diario El Mundo“Una mujer ha sido asesinada en El Salvador cada diez horas, en los últimos diez años. Situación que se confirma al revisar las estadísticas; las cuales señalan que del 1 de enero al 15 de abril del 2018 se registran 135 feminicidios en El Salvador (datos según PNC) lo que indica que se ha sobrepasado la cantidad con relación al año 2017, cuando se registraron 124; cifras alarmantes y que son evidencia de la máxima expresión de violencia contra las mujeres.”

El feminicidio es más que “matar mujeres,” es un sistema que lo forma y permite. El aumento de feminicidios, nos obliga como sociedad a explorar las raíces históricas de este fenómeno en la búsqueda de su transformación.

Referencias

* Investigador y catedrático de la Universidad Luterana Salvadoreña                                      

 

 
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