Lunes, 31 Octubre 2016 00:00

El vuelo de niños con destino a la adultez

David Quintana*

 

Sin duda alguna y en determinado momento de la vida, muchos seres humanos se darán cuenta que inevitablemente han dejado de ser “niños”. Por el contrario, muy pocos habrán entendido que muy temprano, voluntariamente renunciaron a esta importante etapa de vida, al encontrarse con un contexto económico, político y social que marca como única salida, la necesidad de emigrar a la adolescencia o de ser posible a la adultez.

 

Creemos en el marco de la celebración del día del niño en El Salvador, que el contenido de las siguientes líneas, constituye, un esfuerzo académico por analizar el acelerado paso que se da entre la niñez y la adultez; bajo la premisa que en la actualidad los niños y niñas viven en un mundo construido para adultos, caracterizado por el predominio de relaciones de poder, preocupaciones por subsistir y abundante violencia; en el cual, la fantasía, el juego, las rabietas, el cuestionarse el por qué esto y por qué lo otro, parece no tener sentido alguno.

 

Muestra de esta situación es que, en reiteradas ocasiones, la estadía en el hogar, se convierte en un espacio de reunión más no de convivencia, donde muchas de las necesidades de los niños y niñas (de comunicación, afecto, entre otras), desde la óptica del adulto pasan totalmente desapercibida o por lo menos a segundo plano.

 

El día a día en el grupo familiar, en el afán de buscar la supervivencia se convierte en un obstáculo para visibilizar los intereses o inquietudes de los niños y niñas, a quienes los adultos intentan apartar de una realidad en la cual consideran que no comprenden, haciéndoles pensar que “son cosas de adultos” y que como tal, deben ser resueltas por ellos.

 

Como consecuencia, de ese distanciamiento entre la vida de niños y adultos, se evidencia de manera implícita, que ser niño representa una condición de desventaja, que impide realizar ciertas actividades que son prohibidas por los adultos, generando así, experiencias de discriminación, fortaleciendo la idea que la única forma de ser partícipe de este mundo, consiste en emigrar lo más pronto posible a la siguiente etapa de vida, aunque solo sea mediante la imitación de las actividades de la vida adulta.

 

En suma, la exclusión que se produce entre actividades consideradas de niños y adultos, ya desde el núcleo familiar, el cual se ve reforzado por otros agentes socializadores tales como: docentes, líderes religiosos, comunidad y sociedad en general, se tiene como resultado, la configuración de un estilo de vida que gira en torno al adulto, quien determina lo necesario y pertinente, creando la necesidad en los niños y niñas de llegar a la vida adulta, la cual le permita ser partícipe de todo aquello que en su condición de niño o niña, le ha sido negado.

 

*Catedrático e investigador de la Universidad Luterana Salvadoreña

Visto 1540 veces Modificado por última vez en Martes, 01 Noviembre 2016 17:49