Miércoles, 01 Julio 2015 00:00

La resolución de conflictos en la escuela: materia pendiente para una cultura de paz

Mauricio Manzano*

El conflicto puede ser natural. El conflicto es un desacuerdo entre dos o más personas, este desacuerdo puede implicar dificultades y enfrentamientos, porque los intereses, valores y pensamientos encuentran posiciones contrapuestas y el malestar puede llegar a grados de violencia. El conflicto existe donde existen relaciones humanas porque es constitutivo de la persona, por lo tanto no se trata de eliminarlo sino de asumirlo y buscar resoluciones que se expresen en la aceptación de intereses diversos.

Pero también el conflicto puede ser fruto de la cultura. Esto se da cuando la sociedad a la que se pertenece está dominada por el irrespeto a los valores más elementales de la vida, la impunidad, el desprecio por la dignidad del otro. En este contexto es probable que los habitantes cultiven los vicios que le benefician, aún en detrimento de la justicia. Porque cuando la violencia y corrupción invaden una sociedad, los habitantes están más expuestos a reproducir conductas afines.

La aceptación y respeto a la diversidad es una construcción, es decir, se puede instruir mediante una formación adecuada. Esto es posible si el conflicto es resuelto mediante la comprensión y el consenso, y para que se realice hace falta una educación con un enfoque “para la paz”. En nuestro país, tan violento, el Estado debe preguntarse ¿qué perfil de ciudadano quiere formar con la educación? Bajo esta cuestión relacionamos dos principios que pueden ayudar a una educación con enfoque para la paz y convivencia.
 
Aprender a expresar, comprender. Este principio es esencial pues nos remite a la comunicación y para que haya una comunicación auténtica tiene que haber una escucha activa. Comprender significa escuchar, entender, interactuar con el otro, ponerse en su lugar. Pero para que esto suceda, la forma de expresarse debe ser asertiva, no acusativa. Esta instrucción se funda bajo la premisa de que la paz no significa tolerar abusos, no defenderse, ni auto-defenderse; sino proponer habilidades para que se me respete y ser respetado. Aprender a expresar significa sacar los elementos contaminantes de la comunicación.

Este principio se puede ensayar en el aula, promoviendo que todas las voces sean escuchadas, prohibiendo estilos de comunicación denigrantes o excluyentes, rumores, insultos..., pues los elementos negativos llevan a la ruptura de las relaciones. Una comunicación bajo este principio debería ser imprescindible a la hora de resolver conflictos escolares y puede ser una alternativa a la violencia. Es necesario aprender a expresarse y escuchar para comprender.

Aprender a disentir, consensuar. Si el conflicto es una tendencia constitutiva del ser humano por imponer sus propias metas y el ser humano es un haz de relaciones, el conflicto tiene una estructura compleja y sistémica, se trata no de eliminarlo sino de asumirlo para buscar puntos de encuentro. Si afirmamos que el conflicto es natural lo mismo podemos decir del disentir, por tanto, esta divergencia de fines hay que incluirla en la enseñanza aprendizaje desde la infancia con el objetivo de concebir la diversidad como un principio de desarrollo.
La comprensión de la diversidad como oportunidad, procede de la visión de un mundo cambiante y de matices diversos. Esta pluralidad debe ser enseñada como un espacio para la solidaridad, y la cooperación. El reto de la enseñanza debe ser lograr cambiar lo que tradicionalmente se ha visto como generador de disputa y conflicto en espacios de crecimiento, tanto grupal como individual. En nuestro país no estamos acostumbrados a que nos refuten, nuestra tolerancia a lo distinto es muy baja. Aprender a disentir es parte de un aprendizaje que la escuela no está garantizando y esta actitud no abona a la convivencia social.

El aprendizaje en la diversidad consiste en reconocer que las diferentes formas de pensar y actuar constituyen una riqueza para un trabajo de consenso y que el disentir o rechazar una forma de pensar y actuar de una persona no implica el rechazo a la persona. Aprender a disentir es consensuar, esta es una tarea que puede asumir la educación escolar.

¿Cómo se relacionan estos dos principios con la cultura de paz? Estos principios tienen por objetivo, además de reconocer las diferencias entre los alumnos, la enseñanza de estrategias para la resolución de conflictos, tanto en el ámbito de la escuela como en la sociedad, favoreciendo a un clima de paz. Se trata pues de aprender a expresar y aprender a disentir. Si incorporamos estas habilidades a la enseñanza podríamos hacer de la educación un medio eficaz de integración social.

La resolución de conflictos en la escuela es una materia pendiente en los programas de estudio para una cultura de paz y convivencia en un país altamente conflictivo. Incluir la materia de resolución de conflictos en el sistema educativo salvadoreño contribuiría a la prevención de la violencia, principal flagelo en nuestro país.

*Investigador y catedrático de la Universidad Luterana Salvadoreña.

Visto 3472 veces Modificado por última vez en Jueves, 02 Julio 2015 21:09