Lunes, 27 Abril 2015 00:00

Guerra Social: código y clave. Parte VII

Dagoberto Gutiérrez*

El gobierno de los Estados Unidos fue el responsable de la prolongación de la guerra y también de la preparación ideológica y militar de las fuerzas armadas gubernamentales. Estrategias como la de tierra arrasada que implicaba el aniquilamiento de poblaciones campesinas enteras, la destrucción de cosechas y sembradíos y la persecución implacable de los habitantes de los territorios donde la guerra se desarrollaba, fueron las enseñanzas que los militares salvadoreños recibieron en las academias estadounidenses.

Las primeras oleadas de migrantes que llegaron a la embajada de los Estados Unidos en San Salvador eran, precisamente, los campesinos sobrevivientes de las matanzas, y también de perseguidos por los escuadrones de la muerte. El gobierno de los Estados Unidos no tuvo más opción que recibir y, en cierto modo, proteger, a estos habitantes que eran también sus víctimas.

Esta primera oleada fue algo inusual porque Estados Unidos nunca fue un punto seguro o permanente para que la población se trasladara. En realidad, era Honduras el territorio más buscado por los pobladores salvadoreños, y sobre todo, el departamento de Olancho, al sur de Honduras.

Una segunda oleada migratoria comprendió a hombres y mujeres de las ciudades, a pobladores que huían de la represión, y familias urbanas que empezaron a incluir a profesionales.Esa oleada, al igual que la primera, incluía a recién nacidos o niñas y niños de poquísima edad, o mujeres embarazadas que empezaron a dar a luz en ciudades estadounidenses.

En este escenario, y con el marco de la guerra civil en pleno desarrollo en El Salvador, empezaron a crecer en el territorio hostil de la sociedad estadounidense, los niños/as salvadoreños, que pronto se dieron cuenta que eran desconocidos, ignorados y despreciados en la sociedad en la que estaban creciendo, pero que también ocurría lo mismo en la patria lejana, llamada El Salvador, de la que tanto hablaban sus padres.

El desarrollo de la guerra civil apuró el quiebre de las tradicionales lógicas económicas y pronto se formó una tercera oleada migratoria, integrada por todos aquellas y aquellos, víctimas del quiebre de la economía, abandonados por un Estado que se despintaba aceleradamente, y amenazados por las bandas paramilitares, que indiscriminadamente sembraban el terror. En esta tercera oleada había una composición multicolor  y dio pie a un cuarto momento migratorio en el que, prácticamente, todo mundo se dispuso a abandonar el país para viajar hacia el norte, tal como se empezó a decir, en una especie de clave, a los Estados Unidos.

En esta cuarta oleada empiezan a borrarse las fronteras legales y desaparecen los trámites normales, y la migración se hizo totalmente ilegal y se convirtió en una actividad empresarial, criminal y perversa.

A estas alturas de la historia, estábamos frente a una sangría, en donde el país empezó a desangrarse día y noche, hora tras hora y minuto a minuto, en un proceso que dura hasta nuestros días. Hay que saber que el emigrante es  una persona valiente y osada que se enfrenta a la muerte, a las bandas asesinas de coyotes, a policías fronterizos desalmados y a patrones explotadores y sangrientos, pero que no llegan a poner toda esta capacidad al servicio de una lucha que les devuelva a su Patria.

Al mismo tiempo, este desangramiento migratorio produce una población incierta e insegura, donde las personas están en el país mientras logran viajar al norte, y cuando están en el norte, entienden el país como una especie de sueño lejano y cada vez más extraño.

Finalmente, todo este desangramiento se convirtió en una política del Estado salvadoreño y los sucesivos gobiernos empezaron a presentar al emigrante como una especie de héroe, cuyo ejemplo era imitable.Se entiende que cada emigrante que sale del pais es una presión menos para la caldera social y también una futura remesa que pasará a sostener económicamente a la sociedad, mientras las grandes industrias transnacionales, dueñas del país, del Estado y del gobierno, crecen a la sombra de los emigrantes. Entre tanto, en las ciudades estadounidenses empiezan a formarse las primeras bandas juveniles de muchachos/as salvadoreños, que recorren una ruta sociológica, económica  y política con etapas bien marcadas que explicaremos así.

* Vicerrector de la Universidad Luterana Salvadoreña.

Visto 998 veces Modificado por última vez en Martes, 28 Abril 2015 14:12