Miércoles, 08 Abril 2015 00:00

Termina la fiesta y sigue la fiesta

 
Dagoberto Gutiérrez*
 
Fiesta cívica llaman, los operadores políticos, al proceso electoral. Y más específicamente, al día de la votación. Este nombre tiene una explicación muy evidente porque toda la campaña electoral consiste en un intenso, avasallador y completo trabajo ideológico para asegurar que la gente, sin trabajo, explotada hasta la médula, sin presente ni futuro, tenga, sin embargo, la voluntad y la creencia que votar es un derecho que lo convierte en soberano y en tomador de decisiones fundamentales.
 
Durante lo que se llama campaña electoral, todo el gigantesco aparato ideológico, compuesto por el mercado como fuerza fundamental, el Estado y los partidos políticos, como fuerzas complementarias, conducen al rebaño hacia las urnas para sacarle a ese ser humano el voto que tanto necesitan estas fuerzas y, la concurrencia a las urnas, es el mayor de los éxitos y es la victoria, que configuran lo que ellos llaman, fiesta cívica. 
 
El nombre no es caprichoso, porque es algo parecido a la concurrencia de los compradores a un almacén gigantesco cuando éste anuncia una rebaja de precios, solo que en el caso que comentamos, los precios rebajados son las ofertas que todos los partidos políticos hacen para atraer a sus clientes. Se trata de la misma lógica mercantil y de una cacería similar; aunque en la fiesta del primero de marzo, se dieron escándalos que van a repercutir, probablemente, en el juego.
Vamos a usar las figuras del juego y las reglas del juego para explicar que el interés político, económico e ideológico de los sectores dominantes es lo que constituye el juego y que los dueños de este mismo juego son los que establecen las reglas más convenientes para jugar este juego.
 
Pues bien, este primero de marzo, las fuerzas que determinan el juego se rebelaron contra las reglas que el mismo juego ha determinado y aceptado. Y esta confrontación entre el juego y las reglas del juego es lo que constituyó el elemento neurálgico de esta “fiesta cívica”.
Esta confrontación no aparece ni se registra al mirar superficialmente los acontecimientos, porque el caos aparente en el recuento y en el control de la votación de ese día no deja ver que en esa votación confluyeron 3 líneas de órdenes, aunque una de ellas predominó. Veámoslo más despacio:
 
En primer lugar se movió el orden de los partidos políticos y, sobre todo, el de las cúpulas de los dos mayoritarios: ARENA y el FMLN. Estos tomaron el control del proceso a través del control asegurado de los procedimientos, porque no conviene olvidar que son los partidos políticos los verdaderos controladores y dueños de las votaciones, a través de su control de cada junta receptora de votos en todo el territorio nacional. Por eso, ellos son, el día de la votación, los dueños, los administradores y los usuarios de los votos de los ciudadanos.
 
En segundo lugar está la Sala de lo Constitucional que ha establecido unas reglas del juego que, asegurando la sujeción del juego electoral a la Constitución de la República, choca con las cúpulas partidarias que saben que la votación debe servir a los intereses de esas cúpulas. Esto es lo que dicta toda la abundante filosofía oligárquica, la que alimenta y sostiene la práctica democrática del país.
 
En tercer lugar está el Tribunal Supremo Electoral, que es al mismo tiempo, la institución rectora, en el mundo formal, del proceso electoral, y la máxima autoridad en el día de las votaciones. Pero es, también, el más poderoso aparato político de los partidos políticos, y sobre todo, de los partidos políticos más poderosos. Por eso es que el Tribunal termina siendo instrumento de los partidos, y esto ocurre de manera natural, sin conflicto, sin ruido, y casi como el reptar de una serpiente.
 
El día de la votación del primero de marzo, y los días subsiguientes, hasta los días que corren del mes de abril, el Tribunal Supremo Electoral fue sustituido por las cúpulas partidarias, en un proceso sin conflicto, porque este tribunal dejó de ser institución y se convirtió en aparato, y el aparato partidario dejó de serlo y se convirtió en institución. Por eso mismo, todo pasó a ser conducido por las cúpulas partidarias, mientras el Tribunal permanecía ciego, sordo y mudo. Recordemos que en esos días perversos, la Sala de lo Constitucional, a través de una entrevista clave y de lectura recomendable de Rodolfo González, hizo una advertencia a estas cúpulas, ya que fue evidente que sus sentencias más determinantes, orientadas a asegurar que la voluntad del pueblo y de los votantes esté por encima de las cúpulas partidarias, fueron masacradas el primero de marzo y los días subsiguientes.
 
En estos días oscuros, el TSE presenta toda esta anormalidad como normal, mientras la existencia de los seres humanos sigue aplastando la posibilidad de una vida digna. Y en estos dos extremos: el orden que asegura el juego de los poderosos y la vida de los seres humanos, está planteada la contradicción que mueve los hilos supremos de la historia de nuestro país. Se trata de la confrontación entre el orden establecido, el que amenaza la vida toda, no solo de las personas, y un orden diferente que niega el actual orden que se estremece y que muestra sus entrañas pestilentes en el choque de esos dos universos, que es el encontronazo de fuerzas internas que se enfrentan permanentemente y que mueven el proceso político. Eso constituye el escenario en el que se enfrentan el orden actual y el otro orden que empieza a dar sus primeros pasos en los corredores de la conciencia popular. Es aquí, en estos socavones, donde las campanas han de sonar y resonar, algo así como aquellas trompetas que derribaron murallas, de las que nos hablan los textos de los filósofos hebreos en su libro sagrado.
 
Los acontecimientos del primero de marzo tienen efectos que aún no han terminado y éstos, entendidos como consecuencias, pueden tener impactos institucionales a través de la Sala de lo Constitucional, o impactos políticos en la construcción de una política independiente en manos de los trabajadores, clases medias, pequeños y medianos propietarios y empresarios, campesinos pobres y medios, en un proceso que los transforme en sujetos políticos.
 
Estos dos caminos están abiertos, se trata de poner la vida, y sobre todo la vida digna, en el corazón del accionar político, porque es la lucha por la vida lo que en estos momentos ha de mover las calles, las universidades, las oficinas gubernamentales y los centros de trabajo y estudio. Es la posibilidad que los seres humanos construyan el aseguramiento de la vida como paso inicial y de la construcción de la dignidad como paso político subsiguiente, sabiendo que para una y otra cosa se necesita ser, sobre todo, sujeto político. 
 
*Vicerrector de la Universidad Luterana Salvadoreña
 
Visto 1024 veces Modificado por última vez en Jueves, 09 Abril 2015 17:08