Miércoles, 04 Marzo 2015 00:00

1 de marzo: debilitamiento de la ideología

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Rubén Funez*

En una conferencia discutiendo, justamente acerca del voto cruzado, Dagoberto Gutiérrez observaba que se trataba de distinto vestido en el mismo sujeto. Con lo que quería indicar que dicha novedad no introducía, de fondo, nada nuevo. Y lo dicho, bien dicho está.

Sin embargo, y precisamente por ello, es necesario que detengamos nuestra reflexión acerca de esa medida que, además, en tantos líos metió a la gente que con  toda la buena voluntad se dispuso ir a votar. Formulemos desde el inicio la hipótesis que queremos desarrollar: el voto cruzado es la más clara expresión de que a las clases dominantes de este país, tanto a las tradicionales, representadas por ARENA, como a las emergentes, representadas por el FMLN, no les interesan las víctimas de este sistema.

Claro, ya sabemos que este exabrupto requiere alguna explicación. Pero tenemos de este modo planteado el problema. Hay que recordar en primer lugar ¿qué se entendió por voto cruzado? que según mi amigo Armando Briñis se llaman más bien listas abiertas. En segundo lugar hay que reflexionar acerca del significado político de esa medida. En tercer lugar es necesario que entendamos la historia, sobre todo inmediata, que ha permitido que se pueda llegar al establecimiento de dicha medida.

En primer lugar, ¿qué es el voto cruzado? Partamos que somos votantes de San Salvador. Este hipotético votante tenía la posibilidad de elegir a 24 diputados. Estos 24 diputados podían ser seleccionados entre los 10 partidos políticos que estaban participando en la contienda electoral. De esta manera, no sólo estaba votando sino realizando una rigurosa elección. Al menos esa fue la idea que se les inculcó: no sólo vote, elija.

¿Qué significado político tiene esa medida? Para responder a esta segunda inquietud es necesario hacer un análisis detenido de la situación en la que se encuentran las grandes mayorías de este país. Si en algún tiempo, durante el conflicto armado, podemos sospechar que aquellas mayorías populares estaban bastante bien organizadas, de tal modo que en algún momento llamaron seriamente la atención de Mons. Romero; hoy el pueblo está en la más completa indefensión, producto de no contar con organizaciones que de veras se propongan como estandarte de lucha, la defensa del interés de las mayorías populares. Aquella afirmación evangélica de encontrarse como ovejas sin pastor, nunca ha sido tan cierta como en la actual situación.

Pues bien, esa desorganización en la que se encuentran las mayorías populares o los que sufren la historia, como decía Ellacuría, se ve afianzada por la incertidumbre y la perplejidad en la que cotidianamente se encuentran inmersos. Por lo tanto, es evidente que en estas circunstancias difícilmente pueden soñar; el tiempo para las utopías ha desaparecido del calendario de las mayorías populares. Como dice Sobrino, al pobre se le ha despojado hasta de la esperanza.

Si nos preguntamos sobre la raíz de esta situación, hay que buscarla en la crisis ideológica por la que atraviesa la población. La ideología tan importante en la cohesión social y en la identidad de los grupos ha desaparecido en esta situación. Es decir, de lo que más hambrea la población es de una ideología que le dé la identidad que han perdido. Aquí entra la maliciosa intención del llamado voto cruzado, en lugar de potenciar la ideología, pone las base para debilitar más esta dimensión ideológica de la población: no es lo mismo votar por un candidato de ARENA, que se han presentado históricamente como partido claramente de derecha, que votar por el FMLN, que dice ser partido de izquierda. Cuando se le pide al pueblo que haga esto, lo  que se hace es debilitar más, su ya frágil identidad, en la que juega un papel de primer orden la ideología.
 
Pero hay un dato más: independientemente del modo como se haya votado, una vez que ha sido elegido el candidato se comporta en la Asamblea como miembro de un partido y sigue las directrices del partido; entonces uno se pregunta de qué le sirvió al votante haber cruzado su voto, si a la larga el candidato electo se comporta como miembro de un partido y no como la elección de un votante que primariamente en lo que  estaba pensando era que velara por sus intereses en el seno de Asamblea. Es decir, se trata de una burla a la gente  que con tan buena voluntad destinó parte de su tiempo para elegir sus candidatos.

En tercer lugar, ¿Cómo es posible que hayamos podido llegar a esta situación? ¿es que acaso el Frente ignoraba la reflexión que a nosotros nos ha suscitado el voto cruzado? No sólo lo sabían sino que fueron cómplices por igual de dicho engaño. El Frente se ha convertido en un partido que lo único que le interesa es que la población vaya, cada vez que hay elecciones, a votar. Digamos que con las negociaciones de posguerra en el 92 fue uno de los puntos que se conquistaron: votar. ¿Cuál es la importancia del voto? El voto legitima su enorme esfuerzo de querer figurar con los mismos derechos frente a la oligarquía tradicional. Las elecciones del 1 de marzo fue una contienda entre las clases dominantes de este país con lo cual el resultado fue salir más fortalecidas. Las últimas elecciones dejan al pueblo en una mayor indefensión en la medida en la que las clases dominantes emergentes se afirman ante las clases dominantes tradicionales. 

* Docente e investigador de la Universidad Luterana Salvadoreña. 

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