Viernes, 20 Febrero 2015 00:00

El maestro ideal en el mundo real. Reflexiones en el contexto salvadoreño

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David Quintana*

El desarrollo económico, político, social y cultural de un país, sin lugar a dudas es la fiel evidencia del avance de su educación, el cual para muchos especialistas, es en sí mismo el único medio o  vía, capaz de lograr el ansiado desarrollo. Bajo ésta tesis la figura del maestro adquiere un trascendental e inigualable  rol que deberá de propiciar el progreso de la sociedad.

Partiendo de la premisa que “un maestro es en realidad muchas cosas”1, estamos conscientes de que hablamos de un profesional  de quien la sociedad espera que fuese un “modelo” a seguir,  (en el mejor de los casos y hasta hace un par de décadas por múltiples razones que se expondrán más adelante) caracterizado por el dominio de innumerables competencias, las cuales le permitan orientar didáctica y metodológicamente a los estudiantes en los constantes y continuos desafíos económico-sociales que experimenta la sociedad.

En ese invaluable compromiso, el maestro siendo parte de un ”mundo real”, lleno de crisis de toda índole, percibe que cada vez más, se alejan las posibilidades de vivir en un mundo “ideal”, pero se le exige un enorme grado de compromiso social inherente a su profesión, la cual demanda un amplio perfil que posibilite la formación de  ciudadanos altamente productivos a la sociedad . Sin embargo, históricamente la primera tarea pendiente ha sido la formación docente, bajo los estándares de coherencia y pertinencia que demanda la sociedad actual, puesto que en este “mundo real”  el maestro no solo tiene que tratar los problemas de aprendizaje en el aula, sino todo aquello que circunda al estudiante, (violencia intrafamiliar,  problemas de maras y pandillas, problemas económicos de las familias,  poco compromiso de los padres y madres  en la formación de sus hijos, entre otras),  sin que tenga las competencias necesarias para enfrentar estos desafíos.

A pesar de estas situaciones, que necesitan de una adecuada intervención,  irónicamente se pide trabaje como un “maestro ideal”, que trate todas estas dificultades reales, conscientes o no, de  que el mundo en que se formó  este maestro no es precisamente  ideal, pero por el contrario se le exigirá un desempeño  “ ideal”, a pesar de enfrentarse a un contexto adverso en el cual debe de contribuir de forma eficaz con su acción pedagógica en la transformación de una sociedad conflictiva e inestable, en una sociedad armónica capaz de desarrollarse, lo cual en sí mismo no  resulta una tarea fácil.

La magia no existe en el mundo real y resulta difícil pensar que un maestro que ha sido  formado con muchas deficiencias, pueda e interiorice que su inagotable función es ser un continuo agente de  cambio social, convirtiéndose por el contrario en un  agente cambiado por la sociedad, lo cual ha contribuido enormemente al descrédito de la profesión docente, la frustración y el fracaso académico de miles de estudiantes, la decadencia de la calidad educativa, y como consecuencia, el estancamiento del desarrollo económico-social de toda sociedad en la que se le ha asignado el deber de transformar.

La débil formación de los maestros  no es producto de la casualidad, sino del descuido estatal al haber cerrado la escuela normal que formaba a los docentes con amplio rigor pedagógico y haber dejado solas a las Universidades en este esfuerzo, trayendo como consecuencia la poca pertinencia de los sistemas educativos con la realidad del país, en donde lejos de acercarse a un perfil ideal, ha dejado como resultado un maestro que  trabaja no por un proyecto de nación sino  por un salario, que a su vez  haya perdido la autoridad y el respeto que merece, que la profesión docente carezca de prestigio en la sociedad, que se formen estudiantes con severas deficiencias académicas y sin conciencia crítica de la realidad en que se desenvuelven, las cuales han sido heredadas de generación en generación al haber  permitido un silencioso acomodamiento  en la actualización de sus conocimientos, perjudicando la calidad educativa del país, puesto que tal y como lo expresa John Cotton Danna,  “quién se atreva a enseñar nunca debe dejar de aprender”2 , es decir, que se ha olvidado que un maestro también debe ser un estudiante, el cual debe sentir la invaluable necesidad de ser un continuo investigador de la dinámica social en que se mueve el mundo, no solo oriente la clase de espalda a la pizarra, que ya no solo se dicte y copie lo que dice el libro, sino que por el contrario se discuta la veracidad, pertinencia y aplicabilidad del contenido o tema de estudio, propiciando una actitud crítica ante lo que se estudia, optimizando el uso de la tecnología que tiene a su alcance.

Conclusión

Mientras no se forme al  considerado “maestro ideal” con todo lo que ello implica en el mundo real, por el momento, lejos de ser el ideal para la inmensa mayoría, es necesario estar conscientes que este no surgirá de la nada, y sobretodo acorde al amplio perfil que demanda su profesión,  el cual ya no solo debe escribirse tal y como lo evidencia la praxis, sino que necesita construirse “de pies a cabeza”.

No se puede mandar un soldado a la guerra sin armas para que enfrente su primera batalla consigo mismo, y se  vea limitado de habilidades y destrezas inherentes a su profesión,  por ende sin ánimos y confianza de ganar su segunda  gran batalla, la de orientar a los estudiantes en el rumbo que necesita la sociedad, tampoco podrá ganarla, teniendo presente que hoy más que nunca se encuentra solo, abandonado por el Estado, la familia, la comunidad y la sociedad en general para la cual tiene el compromiso moral de transformar.

Es difícil pensar que el maestro ideal que se necesita puede nacer simplemente porque obtuvo su título en una institución educativa, y si tener  una amplia  vocación es fundamental al final no lo es todo, teniendo en cuenta que todo proceso de enseñanza-aprendizaje necesita del trabajo conjunto de la comunidad educativa.

 
Referencias

1. Pulías, E. y Young, J. El maestro Ideal. 3° Edición, México, 1999. Editorial Pax.
2. Ubaldo Nieto Alba. EDUCAR –con mayúscula. Disponible en: https://bjimenez143.wordpress.com/educacion-y-discapacidad/
Consultado el 2/2/2015



*Docente Departamento de Educación de la Universidad Luterana Salvadoreña.

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