Artículo | La modalidad semipresencial en la universidad: ¿Llegó para quedarse?

Ingeniera Tomando Notas

Fotografía de dominio público, tomada de Pexels.



La modalidad semipresencial en la universidad: ¿Llegó para quedarse?

Deysi Cheyne                                                                                                                        Docente universitaria

Introducción

A mediados del 2021, el Ministerio de Educación (MINED) orientó a todas las instituciones de educación superior a migrar de la educación presencial a la semipresencial, tomando en cuenta la dinámica generada por la pandemia en el año 2020. El aislamiento social obligatorio favoreció el aprendizaje on line y redefinió los roles de docentes y estudiantes.

Para dar este paso trascendental, las instituciones solo contaban con lineamientos plasmados en el Reglamento especial de la educación no presencial en educación superior, dado a conocer en el año 2012, bajo decreto ejecutivo número 19, es decir, ocho años antes de la llegada de la pandemia. 

En dicho reglamento se establece que la modalidad semipresencial o mixta “es una modalidad educativa que se desarrolla en las Instituciones de Educación Superior a través de la cual el proceso de enseñanza aprendizaje se realiza por medio de una presencia parcial de los estudiantes en ciertas materias y otras a través de las características de la educación a distancia, a través de planes y programas de estudios aprobados bajo ambas formas de entrega”. Al referirse al concepto de educación no presencial o a distancia, el mismo reglamento la define como:un método educativo en el cual los estudiantes pueden realizar sus estudios sin necesidad de asistir a un aula en el campus de las instituciones de educación, utilizando para tal efecto las nuevas tecnologías de la comunicación”.

En el artículo 3 del reglamento mencionado se establecen los objetivos de la educación no presencial: a) Ampliar la cobertura en educación superior, permitiendo el acceso a ella en horarios flexibles a personas cuyas características o situaciones particulares les impiden la participación en la educación presencial o que desean formarse en esta modalidad. b) Permitir la extensión de la oferta educativa de las instituciones de educación superior en un área mayor al espacio físico o área de influencia a las mismas. c) Abrir niveles de difusión de la propuesta educativa de las instituciones de educación superior. d) Contribuir al desarrollo nacional en forma tal, que las propuestas de estudios de educación superior bajo esta modalidad respondan a las exigencias profesionales, económicas, sociales y éticas del desarrollo nacional e internacional. e) Establecer procesos y estructuras innovadoras de educación capaces de desarrollar e incorporar en forma continua todos los adelantos, invenciones y propuestas que optimicen los procesos de enseñanza-aprendizaje y de administración educativa.

Al inicio de la pandemia (marzo 2020), las carreras universitarias que se ofrecían con la modalidad semipresencial no eran muchas, y más bien existía resistencia a pasar a este método educativo, considerando las deficiencias tecnológicas, tanto de las instituciones como del estudiantado.

Obligado por las circunstancias, y atendiendo los mandatos del Ministerio de Salud, el MINED pasó a definir una serie de lineamientos que permitieran la continuidad del proceso de enseñanza aprendizaje universitario, tomando como base el reglamento ya mencionado. Cada institución académica debía adaptarse a la nueva modalidad y dotarse de la tecnología necesaria para responder adecuadamente a las exigencias educativas, sanitarias, pedagógicas, didácticas, laborales, administrativas y académicas, que fueron convirtiéndose en verdaderos desafíos institucionales.

A dos años de la pandemia y del paso a la nueva modalidad semipresencial, no se conoce ninguna evaluación realizada ni por el MINED ni por las instituciones de educación superior que nos alumbre sobre como dimos estos acelerados pasos para hacerle frente a la educación en pandemia; que dificultades atravesaron y siguen atravesando los actores principales del proceso educativo -estudiantes y docentes- para que la enseñanza y el aprendizaje garanticen calidad educativa; cuales son los resultados académicos en estos dos años de pandemia; y, sobre todo, cuales son las medidas políticas, técnicas, académicas y administrativas que como sistema educativo se deben tomar para que podamos minimizar los costos que la pandemia ha generado en la calidad educativa del nivel superior. Si la modalidad semipresencial llegó para quedarse, se requiere atender estas y otras preguntas que develen la esencia del fenómeno y poder actuar con certeza. 

Es claro que los campus virtuales se han ido expandiendo y la oferta educativa no presencial es ya obligatoria para nuestro país. Cada universidad está haciendo lo que puede para hacer la transición, adaptándose a nuevos horarios, redistribuyendo las cargas académicas presenciales y no presenciales y nuevos programas de estudio. La gestión curricular tendrá también que ajustarse a estos cambios y responder a este nuevo reto de la semi presencialidad.

Sabemos que esta es una preocupación mundial. La UNESCO está haciendo grandes esfuerzos por analizar el fenómeno ocurrido y dando algunas pautas para que los países puedan ir saliendo al paso de semejante problema. En otros países de América Latina ya se han hecho análisis sobre esta problemática, identificando efectos y aportando ideas de cómo enfrentarlos. Sin embargo, cada sociedad, cada sistema educativo y cada institución tendría que analizar su propia realidad. 

Desde la propia experiencia vivida, identificamos algunos retos vinculados a esta educación híbrida o mixta:

  1. El interés del MINED de que los años académicos se mantuvieran vigentes para todas las instituciones de educación superior, a pesar de los decretos de confinamiento, cuarentena y distanciamiento social, obligó a las universidades a reorganizarse administrativa y académicamente. El peso principal cayó en el cuerpo docente de cada institución que tuvo que reacomodarse en sus propios hogares, instalar las tecnologías necesarias y crear un ambiente educativo que le permitiera dar continuidad al proceso de enseñanza aprendizaje. Aunque hubo quejas y fallas, los estudiantes salvaron su año académico, y aquellos que sobrevivieron a la nueva dinámica, pasaron al nivel superior correspondiente. Ya en el año 2021, la semi presencialidad era un hecho y tuvo que ser validado por el ente rector apoyándose en el reglamento mencionado anteriormente. En este sentido, valga el reconocimiento a los miles de profesores y profesoras que han garantizado que, en los dos últimos años, la vida académica de nuestras universidades se mantuviera activa y se fuera adaptando a las nuevas exigencias.

  2. El modelo semipresencial está exigiendo un cambio de roles de los sujetos activos en el proceso de enseñanza aprendizaje: los estudiantes tienen mayor autonomía y participación en la gestión del conocimiento, pero para ello necesitan conexión a internet. Si no lo tienen, quedan excluidos de la educación; y si lo tienen, nada garantiza que lo sepan usar adecuadamente. Esto mismo va también para los docentes. El internet pasa a ser, entonces, un derecho básico, no un lujo de quien lo puede pagar. Cada país debe encontrar formas de como hacer accesible la tecnología que requiere la educación virtual, de lo contrario, tendremos una brecha educativa enorme que lanzará a miles de jóvenes a la precarización más grande que se haya visto porque se imposibilitarán del acceso a la educación superior.

  3. Bajo esta modalidad se impone una dinámica que propicie que cada estudiante sea un sujeto activo con capacidad para desarrollar proyectos y actividades que lo conecten con su realidad concreta, que la teoría que está asimilando tenga que ver con la vida, sobre todo profesional, que es la que enfrentará en años venideros. Cada conocimiento adquirido en el aula debe servir para hacerle frente a las problemáticas que se le presentan. Esto implica para el docente una gran capacidad para facilitar bibliografía y materiales didácticos pertinentes y relevantes para la gestión del conocimiento que se quiere lograr, reducir su tarea de transmitir información y elevar su dominio de los temas para contextualizarlos y saberlos compartir con sus estudiantes, destacando su aplicación práctica y motivándoles.

  4. Sin duda, el manejo tecnológico de los jóvenes, nativos del internet, supera el de sus maestros. En ese sentido, cada estudiante se enfrenta a una masa de información inmanejable y de difícil selección, y es aquí donde el docente se debe volver orientador del conocimiento, asesor de los recursos didácticos, consultor de dudas y preguntas de los estudiantes, un tutor y mediador, con capacidad para facilitar y acompañar la aventura del aprendizaje. 

  5. Desde principios de siglo, a nivel mundial, se promovió el aprendizaje por competencias: aprender a saber, aprender a hacer y aprender a ser. Estas metas se enfrentan al desafío de la virtualidad, donde el aprendizaje on line imposibilita el desarrollo de destrezas manuales y el uso de talleres y laboratorios que acompañen el aprender a hacer; y la distancia social obligada está erosionando nuestras habilidades para aprender a ser. Por eso la semi presencialidad es una opción mixta que puede echar mano de lo virtual y lo presencial para conseguir un aprendizaje de calidad. Todo ello exige mayor tiempo y dedicación del docente a la preparación de las clases, al monitoreo y a la evaluación del aprendizaje.

No cabe duda que la semi presencialidad llegó para quedarse. En la medida en que las instituciones de educación superior vayan adaptándose a ella y superando las actuales limitaciones, será   un método efectivo para los tiempos que vivimos. Lo mas valioso que puede dar es la implantación de una cultura colaborativa y cooperativa en la educación universitaria que se pueda vivir en el aula, en el recinto universitario y en las redes de comunicación académica, a fin de enriquecer el conocimiento científico, potenciar la autonomía estudiantil en el aprendizaje y elevar la tan ansiada calidad educativa.

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1. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
2. Tutor: “es el profesional encargado de brindar un apoyo académico y emocional al estudiante, con el objetivo de facilitar la comprensión de las asignaturas, así como orientarlo en su desarrollo integral al interior de las instituciones de educación superior que permita que el mismo logre las metas académicas y personales previamente definidas, a través de estrategias y líneas de acción que lo impulsen y estimulen a su inserción social y laboral”. Definición dada en el Reglamento Especial para la Educación no presencial, ya mencionado.

 

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