Jueves, 12 Febrero 2015 00:00

La ética en la Evaluación Institucional

La ética en la Evaluación Institucional Imagen: Corbis

Mauricio Manzano*

La evaluación tiene repercusiones sociales. Toda evaluación produce cierta información que debe manejarse con discrecionalidad, porque en el centro están personas e instituciones, si los resultado no son favorables y si la evaluación se hace pública puede tener efectos negativos en la imagen de la persona o institución evaluada. En el ámbito concreto de la educación, la evaluación afecta al alumnado, al profesorado, a los responsables de los centros educativos, a las familias etc. Por esta razón la evaluación debe llevar implícito un mínimo de principios éticos.  


En este apartado vamos a limitar nuestra atención a justificar desde las categorías objetividad y justicia la siguiente afirmación: “Los aspectos técnicos y los resultados de una evaluación obtienen más valor cuando son orientados por principios éticos”.

El razonamiento basado en principios éticos debe ser un imperativo categórico en el proceso de toda evaluación. Sin principios éticos la evaluación puede ser una excusa mediática para descalificar y manipular información. Por lo tanto, la evaluación debe ser desde un inicio ética, de lo contrario no es una valoración fidedigna.

En todo proceso de evaluación, antes de iniciarse, el objetivo más importante que se debe tener en cuenta es, en primer lugar, valorar, conocer y evaluar cuidadosamente las personas o institución consultora que van a realizar el trabajo. Y, en segundo lugar, cuáles son los criterios éticos que se pondrán en práctica en el proceso evaluativo.

Existen dos categorías desde la cuales se puede justificar que la evaluación institucional es más fidedigna cuando están fundada en principios éticos, estos son: la objetividad y la justicia.

La objetividad es un principio que orienta y guía un enfoque de la realidad, la objetividad afirma que es necesario abstenerse de formular estimaciones críticas e inferir conclusiones sin tener juicios o por considerar que el saber es incapaz de verificarla1. Con la objetividad lo que se busca es alejar los juicios previos y fundar los resultados de una evaluación en juicios verificables y sostenibles.

Además de verse la objetividad como un principio axiológico, también puede considerarse como objetivos a valorar. Desde este punto de vista busca evaluar los fines perseguidos por una institución con criterios científicos cuali-cuantificables que garanticen el rigor de la metodología empleada. Pero en definitiva, la objetividad tiene que ver con la honradez, la imparcialidad, la integridad, la justicia.

Toda la ética social gira en torno al concepto justicia, sin embargo hay muchas definiciones2. Para dar un concepto adecuado a lo que queremos justificar vamos a tomar la definición Dean Backley; “justicia es una relación social”. Esta categoría, dice Dean, encierra tres rasgos: independencia, diagnostica el abuso de poder y la responsabilidad3. De aquí se puede inferir que una evaluación personal o institucional carece de valor cuando se ve como un instrumento de control, cuando carece de independencia en los juicios de valor y cuando no es responsable con la información obtenida.

Toda evaluación es una relación. En la evaluación interactúan personas donde unas construyen y proyectan juicios de valor sobre personas e instituciones y la institución es, en última instancia, una relación humana. Por tanto, la evaluación apoyada en principios éticos lleva el imperativo categórico de ser lo más objetivamente posible y de ser justa.

No hay que olvidar que los fines de la Evaluación son: recoger información, emitir juicio de valor, tomar decisiones. De aquí la preocupaciones desde la perspectiva ética de expresar el interés por conocer la institución o persona evaluadora, qué fines persigue y qué usos dará a la información obtenida de la evaluación

Son numerosos los testimonios que sostienen que la evaluación ha sido instrumento de control, de amenaza, e incluso de venganza. La evaluación basada en principios éticos garantiza mejor su cometido de ser una herramienta que sirva para, interpretar, cambiar y mejorar la institución. En el ámbito educativo la evaluación debe ser un proceso integrador y formativo que debe realizarse, con el fin de ayudar a la calidad educativa mediante juicios de valor, y que sirvan de base para la toma de decisiones acertadas.

En definitiva, toda planificación evaluativa debe estar sustentada, por lo menos, en principios éticos como la objetividad y la justicia. Desde esta concepción todos los aspectos técnicos de la evaluación adquieren sentido y significado y adquieren más valor crediticio.

*Investigador y catedrático de la Universidad Luterana Salvadoreña.

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